Mi experiencia con La Nuit de Tresor
Foto: Cristián Clerc |
No soy una experta en perfumes ni nada
por el estilo, además encuentro que es de lo más difícil que hay escribir sobre
ellos, y para qué decir, recomendarlos, ya que para mí es sumamente personal el
tema de los olores, pero como parte de mi trabajo es contarles sobre los nuevos
lanzamientos del mercado de la Belleza, trataré a mi modo, de transmitirles de
la manera más auténtica posible lo que generó en mí La Nuit de Tresor.
Para empezar, creo tener que remontarme
a los años 90, cuando ya era consiente de que existían distintos ítems de
belleza y que por supuesto cautivaban toda mi atención. Si me preguntan cuál
era mi relación con los perfumes, tengo patente el recuerdo de Tresor de Lâncome, porque
asocio este perfume a una persona en especial y a vivencias muy lindas que
atesoro con cariño… la tía Victoria, la mamá de una de mis mejores amigas, lo
usaba en ese entonces y recuerdo como si fuera ayer los frasquitos de perfume
dispuestos en el baño de manera distinguida, desplegando toda su elegancia
sobre la repisa. La misma botellita en forma de pirámide con su bello color
anaranjado, en distintos tamaños, era un imán a mi curiosidad, por lo que debo
confidenciar que más de alguna vez dejé escapar algún PFSSSS furtivo de estos frasquitos para sentir ese misterioso olor
que tan atrayente me resultaba…
El día del lanzamiento de La Nuit de Tresor de Lâncome, las remembranzas y flashback
de lo anterior no se hicieron esperar. El lugar, lleno de pequeños detalles que
apelaban a la delicadeza y elegancia, daban un toque exquisito a este preludio antes
del esperado estreno.
Debo ser sincera, de primera, el perfume
me chocó debido a su dulzor ya que no estoy acostumbrada a este tipo de olores,
más bien, soy una persona de aromas cítricos, pero por alguna razón, me sentí
atraída a olerlo de nuevo. Esta vez, hice todo el ritual, lo apliqué en mi
muñeca y esperé unos segundos… mi reacción ahora fue totalmente diferente, la
fragancia me pareció atractiva, increíblemente envolvente y con muchísima
personalidad. Por mi retina desfilaban imágenes de una Penélope Cruz bellísima,
enfundada en un glorioso vestido negro. Todo esto, junto al input de la
historia sobre cómo se gestó el perfume y su analogía con la formación de un
diamante negro, cautivaron mi interés a tal punto, que en ese mismo momento pensé
en hacer un review del perfume onda Black Swan… con ese pensamiento me quedé
esa noche.
Foto: Cristián Clerc |
Después de algunos días de haber usado
el perfume, ya estaba lista para el review. Le pedí a mi marido que me sacara
algunas fotos interactuando con este diamante negro y le expliqué que quería
transmitir que: a diferencia del maquillaje que a veces te personifica, el perfume te
transporta, y éste en particular, me evocó plumas, risas, alegría, Garbo,
todo inmerso en un contexto de inocencia, sensualidad y elegancia… sin más, me
puse a jugar.
Foto: Cristián Clerc |
Con esta experiencia, puedo decir que
más que recomendar un perfume, solamente por su envase, marca, componentes o
aroma, debes probarlo y sentir si es para ti, porque los perfumes son eso, un
poco de tu personalidad en un frasquito, o quizás de tu Alter ego. ¿y porqué
no?... La invitación a dejarse llevar cuando estamos frente a nuevos estímulos
que en un mismo instante recopilan nuestras memorias, emociones y sensaciones, está
abierta y sólo queda atreverse a ver a dónde nos lleva.
Bueno, luego de este viaje al
pasado, la luna y más, las dejo invitadas a vivir su propia experiencia y me
cuenten qué tal su aventura!
Cariños
Bea
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