La importancia de "Mi Taller" (Mi Espacio) :: By Bea Palma
Nunca
me imaginé que un espacio laboral pudiese albergar tanta buena vibra. Las
pinceladas y recuerdos de gente que ha pasado por el taller van enriqueciendo
mi creatividad, animándome a seguir cada día, desarrollar nuevos proyectos y
encarar desafíos. Con cálidos flashes de trabajos anteriores, como por ejemplo,
la sonrisa de una novia en su prueba, el agradecimiento por un social antes de
una fiesta, o el conocimiento entregado en un curso, sonsacan sonrisas y reafirman
lo que siempre he creído: el maquillaje es algo más que un mero recurso
estético.
Bajo
esta premisa no puedo concebir mi taller de otra forma que no sea como una
proyección de esa concepción romántica del maquillaje, y un reflejo de mi
relación con el rubro hasta ahora. Con altos y bajos como todo en la vida, mi
taller alberga risas, alegrías, sudor y lágrimas, he indudablemente se ha
transformado en “Mi Espacio”. De carácter íntimo, cálido, abierto al
aprendizaje, adecuado para sortear nuevos desafíos, donde todo converge y por
sobre todo, es el lugar donde me siento plena con lo que hago.
Como
en un agradable sueño, el abanico de cosas que pueden pasar en el taller, me
motivan e invitan a reinventarme constantemente. Creer que una persona asistiendo
a mis talleres, quizás movida por simple curiosidad, pueda descubrir su
vocación, o que yo pueda entregarle las herramientas a alguien más avezado para
pulir sus habilidades, todo en un ambiente de cofradía y compañerismo, son
algunos de los pilares que sustentan mi visión del maquillaje.
Un
rincón donde la interacción con un grupo que persigue el mismo objetivo, nos
sitúe en un contexto que nos represente, incentive e inspire, y entregue a
nuestro esfuerzo y ganas de aprender sobre nuestra pasión, mayor sentido,
produciendo una sensación de satisfacción, compañerismo y al mismo tiempo, sea
una instancia en la cual se pueda aprender de los demás, tanto de sus
habilidades y de sus puntos fuertes, como de sus errores e intentos.
En
mi caso, quizás la necesidad de aferrarme a ello conlleve un beneficio casi
terapéutico, motivar a otra persona a preocuparse por sí misma, o ser la
confidente de una alumna, clienta o novia, enriquece mi persona, y a diferencia
de otras disciplinas de aprendizaje y creación artística en común, el resultado
es fruto de una colaboración nutrida por el diálogo sincero, donde la clienta
generalmente es la modelo, por lo que no solamente yo, sino también ella se
impregna de memorias, gratos recuerdos, y el taller o “mi espacio”, pasa a ser
una apuesta de confianza compartida y complicidad.
En
resumen, esta simbiosis entre tu espacio de trabajo y el placer de trabajar, debe
alimentarse en ambos sentidos, si no te gusta tu lugar de trabajo y no puedes
cambiarlo, cambia tú, para que el espacio cambie, o viceversa.
Con Cariño
Bea
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